Hace ya tiempo desde la última nota en este blog... circunstancias que la vida va moldeando en un futuro que a paso agigantado se convierte en mi presente. Hace apenas unos años, era el joven promesa, escribiendo cada momento que marcaba una vida llena de peripecias infantiles, de cuitas juveniles y el intenso despertar de un adulto. Hoy no me siento (afortunadamente) uno más que sucumbe ante la "evolución" humana, que lleva... según los expertos... a la plenitud emocional y mental (mal) llamada madurez.
Escribo sí... porque me gusta. Porque el día de mañana me encantaría que mi progenie leyera reflexiones propias de una persona que, extrañamente en este mundo, gustaba de lanzar misiles como ideas. Escribo para que un día, sin pensarlo siquiera, motive a personas amadas a leer lo que éste pedazo de emoción publica. Escribo pues, con el único afán de releer en un futuro, lo que en mi presente meditaba.
Aclaro que nunca he perseguido el objetivo de trascender con estas líneas, para ello hay otras trincheras, que pretendo atacar en mi plenitud. Sin embargo, la practica hace al maestro y soltar los dedos viene bien de vez en cuando.
Ando por la vida cargando mi libreta de bolsillo y mi pluma por si las musas me secuestran. Pero hasta ahora he sido poco afortunado, ya que escurridizas sólo me coquetean. Colecciono susurros, besos lanzados al aire, guiños, risas y provocaciones; con la esperanza firme de que un día de éstos, me pueda dar el lujo de lanzarme sin miedos, al complicado oficio de escribir las añoranzas de una especie que se acaba.