martes, 29 de enero de 2013

The whistleblower

Rara es la autocrítica estadounidense sin una clara censura. También es extraño, que una actriz del protagonismo de Rachel Weisz, haya buscado un papel de esta índole.

La intensión es buena, sin embargo el olvido es la condena de este filme. Sin pena ni gloria. La falta de profundidad al atacar el problema, la insinuación costante de que los norteamericanos no son los únicos en contribuir al conflicto eterno conquistador - conquistado.

La explotación sexual femenina, en un ambiente hostil, es el tema central. La corrupción a todo el nivel marcial internacional (incluso mancillando la imagen de la ONU) es la idea central en forma de grito desesperado. La impotencia de género, la manipulación al temor, la opacidad en el manejo de la información post - guerra, la falta de profesionalismo en el personal enviado a socorrer a los más necesitados, el proceso de selección tan flexible para los aspirantes de milicia conquistadora. Todo lo anterior forma parte del motor superficial de esta película, que si bien es cierto, es ambiciosa en cuánto a su impacto, pero pobre en su conclusión.

Quizás una historia más impactante, hubiera sido el condimento perfecto para lograr la alquimia deseada. Posiblemente escenas más explícitas, o muy bien insinuadas, le otorgarían una intensión más de profundidad. El final feliz me recordó que se trataba de una adaptación a una película hecha y dirigida. Los amigos del norte no han encontrado la manera de lograr transmitir el mensaje, sin herir susceptibilidades de una sociedad que poco a poco entra en la decadencia.

miércoles, 16 de enero de 2013

Cloud Atlas

"No somos más que una gota de luz, una estrella fugaz, una chispa tan sólo en la edad del cielo"
Jorge Drexler

La sola idea de comenzar el proyecto cartesiano de las nubes (en el sentido más literal del título) ya genera un interés mental que no pude resistir. Después de indagar un poco en lo que "cloud" quiere decir en términos tecnológicos, me adentré en una investigación que hacía tiempo no realizaba para un filme.

Me dejé llevar por el torbellino de vaivenes. De una historia a la otra como si fuera fácil ir de tiempo en tiempo. Me dejé confundir como cualquier turista sin mapa. No traté de apresurarme a la comprensión, sabiendo y confiando que la misma cadencia terminaría por llevarme al objetivo planteado. Y así fue.

Seis historias en tiempos establecidos, pero lenguajes universales. Búsqueda de la libertad. Tomar las riendas, no sólo de nuestra vida, sino de la conciencia humana. Errores sociales repetidos de pretérito a futuro. De eternidad. Siempre encontrando la dulce excepción a lo nefasto. Las mismas almas en el tablero de ajedrez. A veces toca ser el asesino, otras veces la vida. El intercambio de papeles en la película es el mismo que cada alma ha venido desempeñando desde nuestros orígenes. Quizás ahora somos más de 6 mil millones de habitantes y por eso la bondad se ha tenido que distribuir entre todos, con cada vez menos presencia en cada uno.

La volvería a ver, las veces que fuesen necesarias. La trama es sentimental, tanto que al final puede provocar lágrimas de ilusión y esperanza. El ritmo es impecable, Tywker es una maestro en ello. Y las actuaciones forman parte del espectro de perfección que la película imprime en su mensaje.

Si una canción se me vino a la mente saliendo del cinema, fue sin duda, "La edad del cielo" de Jorge Drexler.

viernes, 11 de enero de 2013

Las dos muertes...

Como venida de ultratumba... retumbó. Sólo la fuerza de la vida es capaz de tal imprudencia geomotriz, pero precisamente era lo diametralmente opuesto. Y es que tanta muerte había en medio en ese momento, que era solamente carne entre los dos.

Las palabras eran inútiles para ella, como los pensamientos crueles para él. La certeza de la muerte ajena era tan fuerte, como el desconcierto y la confusión de un purgatorio propio. El zumbido no permitía cerciorarse de lo contrario, el sonido de su propio corazón le proporcionaba la cruel idea de haber sobrevivido a la catástrofe de su vida. Era polvo y nada más que polvo, tan denso que los interiores eran más seguros que la propia vista. Los músculos entumidos y la incapacidad móvil completaban el sentimiento de esclavitud.

Los segundos pasaron y la conciencia se recuperaba. El dolor se agudizó y la memoria como cortinilla teatral, presentaba la tragedia del recuerdo. Recordó. Aunque hubiera preferido no hacerlo. Algo se moría en su interior y no era ella. Alguien a su alrededor olía a muerte, y sin embargó ella sobrevivió.

Sólo una mano podía moverse, la misma que comprobó su situación. Amarga confirmación. La tierra en ese instante y en su posición, simplemente se retorció. Él encima de ella, muerto al protegerla, ella debajo con su vientre - sepultura, deseando encontrar una solución. Los dos se conectaron en un instante, él añorándole lo que ella buscaba con prisa y que, a final de todo... encontró. Sin ellos dos, vivir sería una muerte lenta y dolorosa. La misma mano libre que le mataba, fue la que le salvó.