Cuando pensamos en una película de coproducción
argentina – española, podríamos imaginar muchos nombres de actores. Sin
embargo, el director catalán Cesc Gay, atinó en elegir dos de los mejores intérpretes de
esos países.
Por un lado tenemos a Ricardo Darín, quién recientemente participó en la multipremiada
película Relatos Salvajes de Damián Szifron, y quién también, nos fue llevando de la mano en una
aventura policiaca acompañada del amor maduro en El secreto de tus ojos, y una larga lista que rebasa las cuarenta películas
desde 1972.
Del otro lado del océano, un camaleón ibérico, que
igual nos puede hacer carcajearnos hasta doblarnos torácicamente (Amantes pasajeros), quedarnos con la
boca en forma de circulo de la impresión (Hable con ella), o ponernos serios ante su impenetrabilidad (Lucía
y el sexo). Hablamos de Javier
Cámara, un consentido del
cine español quién ha logrado más de una treintena de papeles y dos Premios Goya hasta el momento, como protagónico y como reparto.
El filme nos logra arrancar sensibilidades a lo largo
de los 108 minutos de duración, manteniendo una expectativa constante a pesar
de su ritmo lento. La narrativa nos lleva por cuatro días en la vida de
nuestros personajes, sin embargo, nada queda flotando, parece que la claridad
en la película nos es un obsequio prematuro y bien valorado.
Es posible plantear situaciones cómicas en temáticas
tan dramáticas, al menos es una lectura personal del espíritu que el director
quiso lograr con la historia. Parece que Cesc
Gay ha logrado dominar esta ambigüedad genérica, ya que en Una
pistola en cada mano,
logra mezclar la comedia con el drama. Cabe destacar que, en ambas producciones
repite reparto con Javier Cámara y Ricardo Darín.
Dejo al lector la completa libertad de observar el
tráiler, pero recomiendo no tener información alguna sobre la trama, para
disfrutar de las sensaciones que nos ofrece la incertidumbre. Dejarse llevar
por la oleada de sentimientos, y ¿por qué no?, al finalizar la película, tomar
el teléfono y decir a aquellas personas, lo que no nos hemos atrevido a
externar.