sábado, 5 de febrero de 2011

Aronofsky redimido.

Sin duda que “Pi el orden del caos” fue una película innovadora y definitivamente una opera prima bien lograda. Su oscuro enigma y el desenlace, es digno de un director que podría tener años en la industria.

Descarado y crítico, despiadado y estrujante es el tema que recorre la cinta de “Requiem por un sueño”. Con un final vertiginoso y que remueve las fibras del espectador, demostró que se afianzaba en la dirección creando la expectativa de su siguiente filme.

Sin embargo, “El Luchador” fue decepcionante, no es una mala película, pero no respondió a la promesa de evolución. El morbo resultó con el regreso de un Mickey Rourke que se portó a la altura, pero no fue suficiente para alcanzar los pulsos que logró con sus dos anteriores producciones.

Recuerdo haber acudido al cine, gustoso de pagar por ver la creación de Aronofsky en cartelera, ya que no tuve oportunidad de hacerlo en las dos entregas anteriores; abandoné la sala con más dudas que certezas. Una decisión dividida, si fuera una corrida de toros le hubiera  otorgado solamente una oreja por el cariño y el recuerdo de las pulsaciones con los desenlaces ya vistos.

La redención es arte de genios. No sé de cierto si es por la actuación de Natalie Portman, que dicho sea de paso, es la mejor actuación de su vida en mi opinión, y será difícil enfrentar el reto de superarle. Tampoco tengo certidumbre si fueron los pequeños detalles técnicos como la diferenciación de toma, ya que cuando ella bailaba la cámara hacía movimientos especiales como sincronizada con los movimientos de ballet, y cuando dejaba de danzar la cámara recurría a una fijeza. Otro es sin duda el color del ambiente, jugando visiblemente entre oscuridad y claridad, pero predominando lo gris. Quizás fue la fortaleza de la trama, el profundo vistazo a lo humano, el extremo en el nivel de pasión a que podemos ser capaces de llegar incluso hasta superar nuestros límites conscientes y alterar nuestro ambiente por la persecución de objetivos vanos a simple vista, pero justificados por la victoria y el triunfo. El hecho de visualizar y adjudicar nuestros miedos, deseos y frustraciones a las personas que nos rodean, pero logrando únicamente el daño de nuestros actos en nuestra persona. Sumado a estos elementos, la elegancia, elocuencia y cinismo de Vincent Casel (al cual envidio desde hace mucho tiempo además de su capacidad histriónica, la consorte que tiene), la locura, violencia y explosividad de Winona Rider (parece que Aronofsky tiene algo con el regreso de grandes valores); por último el vistazo a la maravillosa atmósfera de lo que se respira al interior de una compañía de ballet. 

Imágenes desgarradoras, tensión, ternura, violencia, belleza y compasión. Mezclado con una fotografía maravillosa y un final que podría resultar un tanto predecible pero logrado de una manera magistral. Todo esto y más es "Cisne Negro", la redención de un gran director joven. 


Albricias, esta de vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario