Rara es la autocrítica estadounidense sin una clara censura. También es extraño, que una actriz del protagonismo de Rachel Weisz, haya buscado un papel de esta índole.
La intensión es buena, sin embargo el olvido es la condena de este filme. Sin pena ni gloria. La falta de profundidad al atacar el problema, la insinuación costante de que los norteamericanos no son los únicos en contribuir al conflicto eterno conquistador - conquistado.
La explotación sexual femenina, en un ambiente hostil, es el tema central. La corrupción a todo el nivel marcial internacional (incluso mancillando la imagen de la ONU) es la idea central en forma de grito desesperado. La impotencia de género, la manipulación al temor, la opacidad en el manejo de la información post - guerra, la falta de profesionalismo en el personal enviado a socorrer a los más necesitados, el proceso de selección tan flexible para los aspirantes de milicia conquistadora. Todo lo anterior forma parte del motor superficial de esta película, que si bien es cierto, es ambiciosa en cuánto a su impacto, pero pobre en su conclusión.
Quizás una historia más impactante, hubiera sido el condimento perfecto para lograr la alquimia deseada. Posiblemente escenas más explícitas, o muy bien insinuadas, le otorgarían una intensión más de profundidad. El final feliz me recordó que se trataba de una adaptación a una película hecha y dirigida. Los amigos del norte no han encontrado la manera de lograr transmitir el mensaje, sin herir susceptibilidades de una sociedad que poco a poco entra en la decadencia.
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